EN EL MEJUNJE TODOS SOMOS VIP “Apenas se está en la calle, apenas es el recuerdo(…)”. El Perseguidor. Julio Cortázar La tarde del jueves once de agosto yo intentaba llegar a Santa Clara antes de que anocheciese. El transporte se demoró y no fue hasta casi las ocho de la noche que pude comenzar el viaje desde Zulueta que implica pasar por Tahón, Placetas, Falcón y Manajanabo, es decir, la ruta más larga. Para las nueve y media de la noche, ya estaba en el reparto Santa Catalina, inundado de construcciones marcadas por la estética del modelo socialista de los años setenta cubanos. Aun tengo tiempo, El Mejunje comienza a las once, pensé. Cada jueves, los trovadores de la ciudad, que desde 1997 se encuentran entorno al proyecto La Trovuntivitis , hacen allí su concierto. Además de los jueves consagrados a la guitarra, cada día allá tiene una temática diferente. Los lunes al jazz, los martes a la música tecno, los miércoles al rock, los viernes a la discoteca, los
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LOS COMUNEROS NO DEBEMOS MORIR DE ABURRIMIENTO Viví en Santa Clara en la barriada de Santa Catalina. Desde allí, a través de los ventanales y los balcones, se veía la sede del partido comunista. No son muchas las cuadras que faltan para llegar al centro de la ciudad, el parque Leoncio Vidal, tanto que por la calle donde está –la carretera de Camajuaní- se llega en un minuto a uno de los más peculiares cafés de la ciudad: El Revolución, justo donde el nombre de la arteria cambia por Independencia, con número 313. Un poco más arriba se toman las motonetas que por solo cinco pesos, 25 centavos dólar al cambio actual, llevan al pasajero hasta la Universidad Central de Las Villas, un recorrido de algo más de cinco kilómetros. Una mañana, mientras desayunaba un pan suave con queso blanco y café con leche, tocó la puerta una mujer joven. Traía un coche de bebé y vendía un apartamento. Por la conversación me enteré que era vecina de los tíos bisabuelos que me acogían